La Lavanderia

14:07 FuzzFan 4 Comments



Otro cuento, os cuento.
Estos "cuentos" son ejercicios que me mandan hacer a modo de deberes, da igual que los acabe o no. Tengan calidad, sean divertidos, tengan un final coherente o sean un bodrio.
Y como me dan trabajo, luego los cuelgo. Jeje
Ahi va...

Erase una vez…
Un joven que trabaja en un almacén de una cadena de lavanderías.
Cada día, bajaba a la lavandería central con toda la ropa sucia recogida el día anterior, dentro de un gran saco negro, cargaba con ella.
La lavandería era la más grande del reino, con todo tipo de lavados, para todos los tejidos y manchas posibles, lo más de lo más. Tenia maquinas con tantos botones y programas que tenias que estudiar Lavandoingieneria para trabajar hay, tan brutal era su magnitud que todo el mundo estaba titulado en algún master, manchas sanguíneas Rh+, tinta de calamar mediterráneo o manchas de borgoña de menos de de 10€ eran algunos de los masters que tenían las chicas que trabajaban en la lavandería mayor del reino.
Nuestro joven amigo, era uno de los pocos chicos que trabajan, pues por su condición de pertenecer al sexo masculino, no tenia cabida en la empresa y eran pocos los escogidos para aprender los secretos de las manchas, por lo que podríamos decir que estaba rodeado de mujeres constantemente, era un hombre afortunado, no?
Eso es lo que decían los muchachos del pueblo:
-Chaval!! Lo que daría por estar en tu lugar, con tantas bellezas a tu lado…
Era la frase más repetida en los cafés del pueblo, era la “envidia” de la población masculina, mientras los demás trabajan en las caballerizas o en el campo, en trabajaba con las principales mujeres del reino, sus clientas eran selectas y las trabajadoras tanto o más que la clientela. Decidido, era un hombre afortunado, no había duda…
Y así fue durante un tiempo, las chicas le gastaban bromas por el hecho de “parecer” Sta Claus, con ese saco negro al hombro, y el reía con todas ellas, le invitaban a tomar té y a los bailes que organizaban, su circulo se ampliaba y formaba alrededor de ellas. Un baño de endorfinas constante, era feliz…
O eso creía.
Como ya sabéis, queridos amiguitos, con las endorfinas danzando, te fijas más en las bellezas de tu alrededor.
Y es lo que le paso a nuestro protagonista, una bonita mirada quasi oriental provoco tal palpito en el, que cualquier excusa era buena para bajar desde su almacén y poder cruzarse con ella, saludarla y volver a su solitario puesto.
No era infeliz, con un buenos días o un hola, tenia bastante…
Este hecho no lo comento con nadie cercano, únicamente con una amiga del frío norte y un par de amigos de correrías adolescentes, era su secreto particular.
Y la Luna creció y menguo varias veces, bastantes…
Todo giro cuando fue llamado a comparecer ante la directora de la lavandería, su pequeño almacén de toallas sucias, la especialidad de la casa, seria clausurado y a el lo destinarían a trabajar con ellas en la central, aprendería la profesión, los secretos de las manchas le serian revelados. ¡Eran pocos los escogidos y el estaba entre ellos!
En un par de semanas se llevaría a cabo todo el traslado, y lo mejor, estaría con Ella, quizás podría ir más allá de saludos y despedidas, quien sabe, pensaba el, no corras chico, paso a paso o te caerás. Y fue trasladado…
La Lavandería era enorme, el nunca había pasado del almacén donde dejaba la ropa sucia y del despacho de dirección.
La entrada al lugar, era precedida de una exposición de todas las manchas capaces de eliminar, los tratamientos y todos los tejidos imaginables que podían tratar, que eran TODOS.
Luego estaba la recepción, donde la nobleza del reino dejaba y recogía las prendas a tratar, atendidas por muchachas de sonrisa perenne y simpatía sin parangón en los cuatro rincones del reino. Hay que decir que el reino era pequeño y tan solo tenia cuatro rincones.
Más allá de la recepción, estaba la verdadera lavandería, el quid de todo. La sala de maquinas, o mejor dicho, las salas de maquinas. Las diferentes salas con sus correspondientes especialidades, lino, algodón, seda, vino, sangre – de estas manchas había mucha demanda -, detritus colombinus y sus combinaciones posibles.
Alucinante era la palabra, maquinas y tratamientos para todo, era verdad!!! Ahí donde mirases, había una maquina con alguna especialidad, por muy extraña que pareciese, y una experta muchacha tratando el tejido. En breve yo seré uno más, pensó nuestro amigo.
Se le asigno un espacio en los vestuarios, un horario de clases y una labor, sencilla, pero no por ello menos importante, asistir a las chicas en el trajinar de los diferentes paquetes de tratamientos, así aprendería de todas y cada una de ellas, te quiero listo en un par de semanas, serás capaz?, le dijo la encargada con una sonrisa dentrifica en los labios.
Dos semanas más tarde, ya estaba con algunos de los tratamientos más innovadores, gracias a la facilidad que tuvo al tratar con todas ellas, aprendió muchos de los secretos que tan celosamente guardaban, era feliz. Además, Ella estaba ahí, no coincidían mucho, pero, de manera fugaz siempre encontraba esa mirada que le fascinaba, muchas veces ni se daba cuenta, pues era a través de reflejos de los espejos o de las planchas de aluminio de las maquinas en las que veía reflejada sus ojos.
Con el tiempo, nuestro joven mozo se convirtió en uno de los más expertos lavanderos del reino, su especialidad: la sangre “de un delito” pasional, mancha muy difícil y de gran demanda por las damas más insignes por razones evidentes, con discreción, eran retiradas y entregadas en gran secreto. Decididamente, era el mejor en su especialidad.
Precisamente, debido a su especialidad, se gano el favor de muchas de las damas de la corte y más de una lavandera, con lo que un día, decidió pedir algo de información sobre esos ojos que tan perdido le tenia, le dijeron su nombre, corto pero de gran intensidad, acompañaba a la mirada limpia que despedía, por fin sabia como llamarla, pero, siempre hay peros en los cuentos, tenia un pretendiente en el Gran Sur y toda una corte de pretendientes ahí mismo.
Así que nuestro amigo se quedo esperando, no le invadió la pena, pues era de carácter alegre y el optimismo rezumaba por sus poros, hacia cuatro días era un mozo de almacén y ahora era uno de los lavanderos mas solícitos, no podía ser todo perfecto, siempre le quedaban su mirada. Callo y guardo su secreto. Mejor así, en secreto, no dañare. Pensó.
Con el tiempo, nuestro amigo vio el ir y venir de compañeras, se gano la confianza de muchas de ellas y fue una más de la plantilla.
Fue tanta la fama entre la corte, que incluso fue cortesano de una de las “damas” hasta que tuvo que cumplir con la boda pactada por los padres de tan insigne dama.
Precisamente, durante este periodo, en una charla alrededor del fuego y con algo de vino caliente en la mesa, le confeso a un par de compañeras, la encargada y una recepcionista ( de permanente sonrisa, claro), que sentía atracción por la chica, pero al tener tal cantidad de pretendientes, se mantenía al margen…
Y ocurrió que debido a una extraña reacción química, Ella enfermo durante largo tiempo.
Todos se preocuparon, de vez en cuando, Ella aparecía por la lavandería, con una de las miradas mas tristes que jamás había visto, le conmovía de tal manera, que las lagrimas debía contener al ver tanto dolor reflejado en una sola mirada, era la tristeza personificada…
Mientras, el crecía dentro de la empresa, y se fijo en otra muchacha, debía seguir su camino, no podía esperar eternamente, este no es un cuento cualquiera, así que se tiro en plancha y se encontró con la piscina llena de agua fría, cantos rodados y fuertes corrientes que le invitaban a salir.
Y con un fuerte sentido de contradicción, nuestro amigo dejo de navegar por aguas turbulentas, dejo la lavandería y se retiro una temporada a un santuario en la Montaña a “lamerse las heridas”, lavar y aclarar las ideas y meditar como afrontar los días que debían de venir…
Aconteció poco antes de partir, que Ella regreso recuperada, pero nuestro protagonista estaba “ciego”, pues el amor, correspondido o no, nos ciega salvajemente.
Así que partió, dejo amistades atrás y subió a la Montaña, busco respuestas y solo encontró más preguntas. A cada pregunta que hacia, el santuario de devolvía otra pregunta, así noche tras noche, pues en el santuario de la Montaña se meditaba de noche y trabajaba de día, solo se dormía unas horas, durante la puesta o la salida del Sol.
Tras unas largas semanas, el abad del monasterio le dijo que debía partir buscando, quizás, un nuevo horizonte, un nuevo motivo con los que satisfacer el vacío que tenia.
Así que partió en busca de aquello que pudiera serenar.
Desde las frías y altas tierras del Norte, le llegaron noticias de una lanvaderia que buscaba a un maestro lavandero, que enseñase a las chicas y controlase la producción.
Sin dilación partió a la llamada del Norte, pero era una tierra tan fría y yerma, que nuestro protagonista se dijo que aquello era una cárcel dorada, ahora ansiaba algo de libertad, así pues, continuo buscando…
Llego mientras tanto el día del patrón de las lavanderías del reino, y recibió una invitación de sus compañeras y amigas a participar en el baile organizado por ellas.
Dudas. Tenia dudas, la causa de su marcha seria más que probable que estuviera en el baile, en la recepcion de gala al menos, cual seria la reaccion de el, no se sentia con fuerzas de afrontar semejante prueba de fuerza emocional…
Tras unas charlas con sus compañeras de sudores y trabajo, le convencieron que debia ir, bailar y reir un poco. La fuerza del grupo consiguió que se decidiera, todo estaba decidido ya, pero nadie lo sabia.
A la hora convenida, fue recibido por tod@s, o casi, incluso la directora parecía alegrarse de verle, entonces, ahí, en la entrada, estaba Ella, con su mejor amiga. Ella no era muy amiga de estas reuniones ociosas, pero había decidido participar en el baile anual.
Algo se despertaba en su interior, esa mirada de nuevo, como el calido abrazo del Sol en una mañana de Mayo, tuvo que reprimirse una vez más, ella estaba comprometida y no es de caballeros el cortejar muchachas comprometidas, no?
Fue cierto, el baile fue de lo mejor en semanas, bailo con todas las damas de la sala, bebió y rió toda la noche. Se acostó feliz, por muchas cosas, pero feliz.
Las semanas pasaron y nuestro lavandero favorito dedicaba su tiempo a dar clases en las poblaciones cercanas, las lavanderías del extrarradio necesitaban personal cualificado y fue contratado para formar pequeños grupos de muchachas para atender la enorme demanda de personal. Era un trabajo agradecido y relajado, pero los ahorros menguaban, desaparecían mas bien.
Después de una sesión con un monje de lo emocional, le propuso que regresase a su puesto anterior, podría seguir adelante y probarse de una vez por todas, al toro se le coge por los cuernos, le dijo el monje. Qué puede sucederte, volver al Santuario?, el riesgo era pequeño comparado con el beneficio, y los acreedores picaban a la puerta cada vez con mayor frecuencia.
Tras una charla con algunas antiguas compañeras, que le animaron a volver, pidió cita con la dirección de la Lavandería.
Una semana y ya estaba guardando sus cosas en su armario.
Ella estaba viaje.
Todo era igual, nada había cambiado, un par de caras nuevas y poco más. Alea jacta est, pensó, ya esta todo decidido, no hay marcha atrás, al destino hay que verle de frente y con el brazo fuerte, para poder hacerle frente.
Y trabajó, por las mañanas daba clases, era algo que le llenaba, y luego trabajaba en la Lavandería, las cosas eran casi perfectas. Faltaba algún buen motivo para ir a trabajar, después de su estancia en la Montaña decidió que trabajar no lo era todo.
Fue mientras meditaba sobre este tema cuando una voz familiar le dio la bienvenida, al darse la vuelta ahí estaba Ella y sus ojos, acababa de llegar de su viaje, fue el momento más grato del día; un buen motivo, se dijo, lo encontró.
La entrevista semanal con su higienista emocional fue larga e intensa, parecía que su dolencia estaba superada de pleno, solo quedaría una prueba a superar la noche de San Silvestre. Hablaron largo y tendido, de princesas que se tornan ranas, de la felicidad, la familia, el amor y la muerte, fue una conversación intensa, cuando su mentora le pregunto por Ella, no sabe nada de mi, apenas unas palabras en los ratos libres y poco más, ya tiene quien le lea antes de dormir, comento El. Quien no arriesga, no gana, le dijo. Y acabo la charla.
Quedaba claro, tenia que ser discreto, pero ella debía de saber que existía, aunque estuviese cargada de “peros”, no perdía ni se rompería nada si se era discreto, y nuestro muchacho sabia ser discreto.
Poco a poco todo fue recobrando la normalidad de antaño, no había presencia que le turbase el animo, y de vez en cuando, cruzaba unas palabras con Ella, cada vez eran más, era época de poco trabajo y se cruzaban asiduamente por los pasillos.
El día de hacer algo llego de la mano de Ella, le comunico que aquel día era su santo, pero nadie solía celebrarse, un poco en broma, pero muy en serio le dijo si querría unas flores.
Qué mujer no desea unas flores?
Al medio día siguiente, Ella las recibió, inspiradas en su mirada, sencillas y elegantes.
Sin firmar, seguro que sabría de quien eran.
El le dijo que por norma siempre que decía algo así, cumplía, rara vez iba en broma.
Los días pasaban, los tejidos llegaban y las navidades llegaban imparables como cada año. Esta vez nada podía estropearlas, nada ni nadie lo haría…
Así fue, compro regalos para sus seres queridos, incluidas algunas compañeras, era como una segunda familia después de tantos años, como no, aprovecho para hacerle un obsequio a Ella.
De manera discreta, para que no hubiesen habladurías ni malos entendidos, lo hizo llegar. Era Navidad y todo el mundo se merece recibir un regalo, y si algo le gustaba a El era hacer regalos siempre que podía.
Y todo fue como debía ir, ella le dio las gracias y le explico que tenia “peros” y el le comento que ya lo sabia y siguieron como siempre, solo era un presente navideño.
La noche de San Silvestre llego, se organizaba la fiesta anual para recibir el nuevo año, la ultima prueba emocional llegaba a su final, la superaría?
Era su mayor preocupación....

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si los deberes te los pone quien yo me pienso, la historia de Fuzz, que en mala hora cinxó espada, me tiene un poco asustada. Por suerte no eres monogenérico.

FuzzFan dijo...

La historia de Fuzz es un divertimento que parte de los mismos ejercicios de escritura "automatica", solo que el final lo he "liquidado", de un plumazo en la barra de un bar, despues de ir al cine.
La peli, Una historia de violencia, de Cronenberg, muy buena por cierto.

Anónimo dijo...

Nice colors. Keep up the good work. thnx!
»

Anónimo dijo...

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