John Carpenter 2.2
Otra entrega de la obra y milagros de John Carpenter:
Introducido en el mercado europeo como un apóstol del cine independiente de género, John Carpenter se sabe objeto de numerosos estudios y retrospectivas, loas y afectos que comienzan a forjarle un nombre al margen de la gran industria, destacando su labor de cineasta irreductible, personalidad independiente, y gran controlador de sus producciones... Más brandman que nunca, el director se convida a devolver al Slasher a sus orígenes latinos, no sin antes darse el capricho de introducir, por primera vez en su carrera, una historia diabólica a su particular modo de concebir el cine de terror contemporáneo.
Si hay una década clave para el resurgimiento del cine diabólico ésta es la década de los 70 sobretodo a raíz del éxito crítico y comercial de la Semilla del Diablo a pesar de que esta jugaba con la posibilidad de que todo lo expuesto fuera fruto de la imaginación de su protagonista. Más aún, la decadencia definitiva de la Hammer, incapaz de reconducir por la senda del terror sus productos más erotizados y autoparódicos, propiciará una voz de alerta en el ámbito del fantástico que sólo logrará recuperar parte de su credibilidad, dentro de los dictados de la serie A, tras el vasto éxito de la adaptación cinematográfica de un best seller menor, El Exorcista de William Peter Blatty, trasladado a imágenes de forma especialmente inspirada por el inane William Friedkin. El éxito merecido de la cinta pondrá de moda el cine diabólico, dando lugar a otra producción significativa sólo tres años después, La Profecía -el film de Richard Donner-, que además servía para introducir en el subgénero uno de sus roles patronímicos más comunes: el anticristo. Precisamente, el acercamiento de Carpenter a esta temática tomará este elemento como punto de partida para una de sus películas argumentativamente más ambiciosas: El Príncipe de las Tinieblas.
Después del fracaso económico de su anterior film, John Carpenter retorna a la serie B, su reino particular, sin abandonar su pasión por el cine de género, mezclando el cine diabólico con la metafísica, en realidad, convirtiendo un argumento matemático trufado de referencias sectarias, estudiantes para-universitarios (sumergidos en una atmósfera mística que recuerda a Drácula 73 o a Los Ritos Satánicos de Drácula), poseídos con ojos de indigente y decapitaciones de diseño... en un primer homenaje descarnado y consciente hacia su propia filmografía donde comienzan a repetirse mucha de las constantes propias de la misma, en especial el grupo de personas encerradas en un recinto que se ven hostigadas desde el exterior (aquí una camada de zombies mendigos liderados por un personaje de pocas palabras y presencia aterradora); arquetipos aquí adimentados por uno de los argumentos más complejos y arriesgados de su filmografía, en una expuesta simbiosis entre el cine de invasiones diabólicas (con la consabida llegada del Anticristo) y el Giallo de terror italiano (cabe citar su parecido estético con el clásico videográfico de Lamberto Bava: Demons).
La franquicia John Carpenter comienza a tomar forma y cuerpo con resultados francamente meritorios (a pesar de ser una de las películas más desconocidas de Carpenter sigue siendo su trabajo más reivindicable, en realidad, su auténtico film de culto), recuperando para el cine de terror (y para el cine carpenteriano) uno de sus actores más reconocibles, Donald Pleasence, y para su propia filmografía, uno de los iconos que mejor la definen: una iglesia de ascendencia feérica.
Caracteres satisfactorios que definen con cierto brillo esta magnífica Serie B. Y es que el cine de Serie B, en Panavision y de la mano de Carpenter, siempre lo parece menos. La prueba más evidente, su siguiente película: Están Vivos.
Disfrutar del fin de semana... o no
Salut!!!
1 comentarios:
¿Cómo siguen las quemaduras? espero que el after sun haya dado sus frutos y no te hayas terminado "descamando".
Un btxito cielo!
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